Como quien viaja a lomos de una yegua sombría
por la ciudad camino, no pregunteis a dónde.
Busco a caso un encuentro que me ilumine el día
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desaparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser primavera
cruza por mi mirada un tren interminable.
El barrio donde habito, no es ninguna pradera
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete, calle melancolía
quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
en la escalera me siento a silbar mi melodía.
Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte.
Así mis pies descienden la cuesta del olvido
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego.. luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama.
Me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo.. trepo, por tu recuerdo, como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse. Soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes donde estoy.
Vivo en el número siete, calle melancolía
quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
en la escalera me siento a silbar mi melodía.
giovedì 9 agosto 2007
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